Baños: Los baños de agua pura y fría se empleaban tanto para enfermedades médicas como en diferentes afecciones mentales (histerismo y afecciones del ingenio, por ejemplo). Este tratamiento tenía propiedades curativas y proporcionaba fortaleza. Solían aplicarse en la cabeza, sumergiendo ésta en el agua o mojarla con la ayuda de paños y toallas. Los médicos solían indicar cuándo y cómo debían aplicarse estos baños, pudiendo ser baños en el río o domésticos. Nunca se recomendaban aguas en malas condiciones (como las provenientes de desembarcaderos, caños o cloacas) ya que éstas generarían más dolencias en el sujeto.
En los balnearios curaban la locura
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Una estancia diáfana, en azulejo blanco, dos bañeras, una especie de bidé -uso femenino- y una ducha enjaulada. La imagen es promocional, entre un conjunto de 15, de 1920, donde se mostraban además jardines ornamentales y parques que rodeaban al recinto. Lo que pudiera ser una sala de baño y formar parte del mobiliario de un balneario decimonónico, modernista, en realidad lo era, entre las estancias de un psiquiátrico
“Hipócrates recomendaba el agua fría como sedante para la melancolía; Celso, para la locura triste; Areteo, para el frenesí y el síncope”
TRATAMIENTOS
Hierbas medicinales: Numerosas plantas eran usadas en los compuestos y jarabes siguiendo los postulados hipocráticos. Entre ellas se encuentra el alcanfor, la quina, el opio, el láudano, el beleño, etc. Sus usos dependían del tipo de desequilibrio que sufría la persona. Por tanto, se aplicaban estimulantes en casos de excesivo sopor, y sedantes cuando la persona presentaba mucha actividad y nerviosismo. Por ejemplo, en sujetos maníacos, frenéticos o en mujeres con histeria, el alcanfor (a veces, mezclado con láudano) era una de las principales hierbas recomendadas, debido a su efecto tranquilizante y analgésico.