Poética del café I
La Poética del Café
(Parte 1)
Introducción de el libro LA POETICA DEL CAFE: Antoni Martí Monterde
Café Balzac (Toronto)
1era Parte
Si la modernidad es una civilización de la palabra, si la nuestra ha sido, durante tanto tiempo, una cultura de la conversación, su incesante metamorfosis, su constante y fugaz creación de nuevas miradas necesariamente tiene que modificar también la conversación misma. Sus mutaciones en tertulia, en soliloquio, o incluso en silencio formarían parte de la modernidad misma como modulaciones de la voz. La vida de Café ocuparía en este proceso un lugar central, lleno de voces y de silencios, al ser autopercepción y desvelamiento, transformación e interrupción de la individualidad moderna en el escenario de una sabiduría que, sin afirmarse como tal, se hace densa en medio de charlas, ruidos y rumores, entre el zumbido y a veces el rugido de la sociedad. Una individualidad que, en el Café, da el paso definitivo de pensar que filosofar es aprender a morir a considerar que pensar es aprender a estar solo; pero ya no como lo quisieron Michel de Montaigne, gran conversador que, sin embargo, se retiró a la biblioteca de su castillo; tampoco como en Pascal, enfrentándose a la dificultad de permanecer en la propia habitación, sino a la manera de Baudelaire: en medio de una multitud de miradas y palabras que se cruzan en el espacio de la modernidad, en la calle o, en el Café, de mesa en mesa. El Café sería un lugar fundamental, central y marginal al mismo tiempo, donde se originaría y desarrollaría este proceso de la modernidad.Un proceso del cual se desprenden también afirmaciones como las de Jules Michelet: “París es un gran café”, referida al París dieciochesco; o la de Josep Pla, sobre la Barcelona del último tercio del XIX: “Todo sucedía, en aquel entonces, en los cafés y lo que no sucedía en los cafés no existía. El café aguza la inteligencia y aviva la sociabilidad. La decadencia del café implica la decadencia de una civilización entera” o la de Goerge Steiner: “Europa está hecha de Cafés..Dibujad un mapa de los cafés y tendréis uno de los indicadores esenciales de la “idea de Europa” Mientras haya cafés, la “idea de Europa” tendrá contenido. Si Michelet no exageraba, si Pla tampoco, si Steiner no exagera, junto a otros espacios privados o públicos-plazas, mercados, catedrales, la casa-=que ya cuentan con una sólida tradición crítica, el Café reclama una atención especial en la descripción y comprensión de la modernidad europea que, precisamente, tendría que comenzar buscándose en ellos.
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